Carmen Serrano

La fabricación de biofiltros llenos de bacterias de las que se comen la suciedad, instalados en lugares estratégicos junto al tráfico rodado será pronto una de las soluciones a los actuales índices de contaminación atmosférica de las grandes ciudades. Es una de las cuatro ideas innovadoras de un grupo de profesionales diversos que ha respondido a un SOS del Ayuntamiento de Madrid. Ignacio López, ingeniero y diseñador industrial de la EINA de la Universidad de Zaragoza, ha coordinado el trabajo de este grupo, formado sobre todo por biólogos, químicos, meteorólogos, ingenieros y expertos en sistemas complejos.

“Algunas de esas bacterias que se comen la porquería se emplean ya en depuradoras, plantas de tratamiento de purines, industrias químicas…, pero nunca se han utilizado para la contaminación ambiental”, explica López. Los biofiltros están pensados para aprovechar la capacidad de absorción bacteriana en la eliminación de óxidos de nitrógeno (NOx), que son los contaminantes, procedentes de la combustión de los coches, más preocupantes para la salud junto al ozono. Y parece ser que los biofiltros, denominados Mabel (Madrid Biotecnología Espacios Limpios), le han parecido al Ayuntamiento de Madrid una opción viable a corto plazo.

“Es que, con solo limitar el tráfico de vehículos, no se soluciona el problema actual de contaminación; hacen falta otras medidas”, asegura el meteorólogo José Miguel Viñas, miembro también del equipo de Ignacio López. El grupo de catorce científicos se formó a iniciativa de la empresa Aleen, experta en redes creativas que aporten, por su mixtura, soluciones totalmente nuevas a problemas diversos. “Ingeniería del conocimiento” lo llama el director de Aleen, Javier Mateos. Metodología E&D, también.

A la ingeniera agrónoma Ana Garcés, del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA), le ha parecido “increíble que especialistas tan diferentes podamos estar buscando soluciones a un mismo problema. La naturaleza del equipo interdisciplinar -subraya- permite obtener más de una solución y en menor tiempo”. Y así es como han concebido los biofiltros Mabel como medida para reparar el destrozo que la contaminación ha provocado en el medio ambiente, ocasionado hoy, principalmente, por el tráfico de vehículos.

  

Con sensores y plantas, también

Pero el equipo de Aleen ha ideado también otras medidas para prevenir y otras para actuar directamente en el foco de la polución. “La detección temprana es posible con el uso de Big Data y con ciencia ciudadana”, indica Ignacio López, coordinador del grupo. Plantea explorar la información que hay disponible sobre la movilidad de los ciudadanos y los vehículos en la ciudad. “Disponer de esa información permitiría agilizar la toma de decisiones en los episodios de alta contaminación”. Según el meteorólogo José Miguel Viñas, “una anticipación de dos días sería muy útil”.

También para la prevención, los científicos han propuesto la suelta de globos cautivos o dirigibles en determinados puntos de Madrid, con sensores láser capaces de medir con precisión la concentración de óxidos de nitrógeno a diferentes alturas. “Estas observaciones -apuntan-, en combinación con las de la red de contaminantes en superficie, permitirían adelantar los avisos a la población y la puesta en marcha de los protocolos de actuación”. Para esto se podrían incluso aprovechar los helicópteros que sobrevuelan a diario la ciudad.

Y la última de las ideas que Aleen ha ofrecido al Ayuntamiento de Madrid ha sido bautizada como Green Road y su cometido es la limpieza del aire in situ, en el foco mismo en el que se produce la contaminación. López alude a “plantas autóctonas, ya aclimatadas, que absorben los contaminantes”. Es una solución basada en la combinación de microplantas urbanas de alta resistencia, que se ubicarían junto a las calzadas y el tráfico rodado.

Aleen ganó el concurso del Ayuntamiento de Madrid para recabar ideas anticontaminantes que pudieran ser implementadas a corto plazo en forma de prueba.

Este artículo se publicó en Tercer Milenio